El verano es una de esas épocas del año en la que todo el mundo, por obligación,parece que sí o sí tiene que descansar. Y no es ya que haya simplemente que tirarse a la bartola en nuestra casa viendo el Tour, es que además hay que salir fuera de vacaciones y a veces con ir al pueblo no basta.
En esta sociedad en la que vivimos además de por el coche vamos a ser juzgados por dónde hemos disfrutado nuestro periodo estival. ¿Nuestra casa rural en Astorga es suficiente? No. ¿Un piso en Almería? Depende. ¿Unos días en Mallorca? Podría valer.
Pero la realidad es que si una familia riojana en lugar de ahorrar para comprar piso en Logroño se va de vacaciones a un resort en el caribe será bien vista, mientras que si pasa unos días en un pueblo de Vitoria serán mirados como unos pobres desgraciados por sus vecinos.
Las apariencias importan, en Logroño y en Nueva York
En este mundo en el que la mujer del César tiene que aparentar y si luego tiene o no da igual, hemos de contar con una serie de factores importantes a la hora de planificar nuestra existencia.
Si buscamos pisos en Logroño o vender un coche de ocasión en Lugo podemos ver cómo organizar nuestro marketing a tal efecto.
Si queremos ciertos puestos de trabajo no sirve con mostrar nuestra capacidad, sino que nuestra imagen física y estética será una buena parte. Si queremos que nos fichen en cualquier bar de copas más vale que seamos gente de buen ver. Si queremos trabajar en un comercio de categoría más vale que seamos gente de buen ver. Si queremos ser azafata o modelo, más vale que seamos gente de buen ver. Lo cual es negocio para quienes se ocupan de que tengamos un ver.
Estaba revisando para un trabajo el concepto de personal trainers, como se dice ahora, y en la web de este entrenador personal en barcelona he visto no solo sus carreras y másteres, sino que habla cuatro idiomas.
Sí, sí, cuatro idiomas para ser entrenador personal, osea, el señor que te dice corre más, levanta ese peso… Antes en lugar de eso se dedicaban a ser profesores de gimnasia. Yo en el colegio tuve un par de ellos que nos hacían bastantes perrerías y nuestra única ilusión era que acabaran los malditos entrenamientos para jugar al fútbol.
Me imagino que como la familia que quiere comprar piso en Logroño y no puede ir de vacaciones nuestro profesor de gimnasia tenía que aparentar que su puesto de trabajo era más efectivo que dejarnos correr detrás de la pelota, algo que, por supuesto, hacía que nos esforzáramos muchísimo más que dar vueltas haciendo el pijo alrededor del patio.
