Por qué son ilegales las drogas. Un razonamiento inesperado.

Narcos armados

Yo no tengo dudas: está claro que los daños que causa el tráfico de drogas es muy superior al que causaría su completa legalización. Además de colapsar completamente la justicia y las prisiones, con los gastos que esto acarrea, el narcotráfico genera una serie de mafias, organizaciones paralelas y situaciones de asociación de malhechores que penetran muy profundamente en la estructura de los Estados, iniciando una espiral de corrupción muy difícil de detener, como se está viendo, tristemente, en México.

¿Es la prohibición de las drogas, entonces, de un acto de empecinamiento? ¿Se prohíben las drogas por algún error de cálculo o por simple ceguera? Puede que sí, pero no es tan simple.

En su estupenda obra “Del génesis al genocidio“, Stepehan Chrover ensaya un primer acercamiento a la razón por la que los gobiernos prefieren mantener las drogas en la clandestinidad, a sabiendas de los problemas que eso causa. Tras ese libro, me acerqué a algunas obras más, y me gustaría hoy explicar la idea:

Parece fuera de toda duda que en cualquier sociedad hay individuos  dispuestos a cumplir las normas de convivencia y otros que prefieren explotar a sus vecinos u obtener una ventaja personal de la vida común. Una de las principales tareas del Estado es identificar a estos últimos y ponérselo lo más difícil posible, en defensa del interés general.

La  penalización del tráfico de drogas sirve mayormente para identificar a los individuos antisociales que consideran más fácil y lucrativo vivir al margen de la ley que tratar de integrase en el sistema económico. El tráfico de drogas es arriesgado (precisamente porque está perseguido penalmente) pero es cómodo, y muy lucrativo. La idea del Estado es, precisamente, identificar y penalizar a los individuos que prefieren un modo de vida fuera de la ley, pero lucrativo y sin trabajar. Osea, sirve para señalar a los delincuentes en potencia.

Los que viven del tráfico de estupefacientes, según esa tesis, no se convertirían en honrados ciudadanos cuando las drogas se legalizasen: antes que eso, buscarían otro modo de ganar mucho dinero sin esfuerzo, con lo que lo más probable sería que pasasen directamente al allanamiento de domicilios, los secuestros u otros delitos. O sea, que legalizar las drogas no haría honrados a los camellos sino que los desplazaría a delitos más graves para conseguir sus ingresos.

¿Y por qué? Porque le fin último de buena parte de estas personas no es traficar con drogas, sino ganar mucho dinero con poco esfuerzo. Si se permite el tráfico, las drogas dejarán de ser interesantes para ellos, porque no eran un fin, y tendrán que buscar otro campo delictivo u otra modalidad parasitaria, seguramente más peligrosa socialmente.

La tesis que sostiene esta mecánica indica que en los lugares donde se permitió el juego, aumentaron los secuestros, las extorsiones, y los atracos. ¿Y por qué? Porque las organizaciones criminales que se dedicaban al juego tuvieron que buscar sus ingresos en otras actividades.  Del mismo modo, cuando se levantó la Ley Seca en los EEUU, las organizaciones mafiosas no se disolvieron, porque su fin no era vender whisky, sino ganar dinero, y así se pasaron a las drogas, la prostitución o directamente a la extorsión a pequeños comerciantes.

Por lo tanto, cuando afirmamos que legalizar las drogas reduciría la delincuencia, debemos  pensar que los traficantes, o parte de ellos, se trasladarían a otras actividades con lo que la delincuencia cambiaría de artículo del Código Penal para pasarse a otros más nocivos, peligrosos y violentos.

Porque al fin y al cabo, ¿qué le importa a nadie que se vendan por ahí unos gramos de cocaína? Lo que importa es tener una razón para meter en chirona al que está dispuesto a vivir de eso.