Si antes hablamos de ciertos conflictos antes se ponen las posiciones econadas y dejan, como decimos en León, de “ajuntarse”. Y es que parece que los rusos por un lado y los europeos por el otro (entiéndase bien los de europeos) andan a la greña y ahora parece ser que se van a boicotear mutuamente.
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El problema puede surgir no ya porque los rusos digan que no piensan comprar ningún producto de la UE, sino porque hoy ya empiezan los teletipos a saltar diciendo que los rusos no aguantarán el embargo debido a que la presión de la población puede ser igualable a la del acorazado Potmkin porque… se quedarán en poco tiempo sin jamón ibérico.
Sí, sí. Los problemas no surgen porque en septiembre Rusia cierre el grifo del gas y con ello deje helada a media Alemania. No serán ni siquiera porque los rusos pudieran quedar desabastecidos de frutas o verduras.
No, no, el problema es que las piernas saladas de los cadáveres de cerdos ibéricos que hacen las delicias de multitud de paladares de la madre Rusia no llegarán a sus restaurantes, tiendas o supermercados.
Tal tragedia, en la que claro está, pierde Rusia (no faltaba más) carece además de cualquier alternativa. Porque como todos sabemos, un buen ibérico no tiene comparación ni aunque lleguen vía México para saltarse un embargo que, como todos sabemos, será imposible de franquear porque si Rusia se caracteriza por algo es por la impermeabilidad de sus fronteras.
En fin, como no vamos a arreglar el mundo voy a entretenerme haciendo un poco de SEO en León, que ayer jugando ya llegué a primera página y a ver si de esta manera consigo que la crisis sea menos crisis.
